FOTOLOG 1: Visitando El Muro de Berlín en 2005
En el verano del 2005 estuve en Europa y visité Berlin en dos oportunidades. Una ciudad fascinante, aún dividida, medio lidapidada en la zona Este, pero con un gran porvenir. Visité la zona del Muro y la Puerta de Brandenburgo que como verán, estaba rodeada de inmensas fotos que nos mostraban su estado al concluir la II Guerra Mundial. Se podrán dar una idea de la destrucción general de Berlín.
En estas fotos, el conjunto escultórico sobre la puerta de Branderburgo se ve majestuoso y el contraste de las ruinas con su esplendor siempre me hace 'darle a la cabeza'. Jajaja.
Las fotos de los restos del Muro fueron tomadas alrededor the Checkpoint Charlie, algunas decorando las paredes de edificios o negocios cercanos y otras aún sobre el Muro, resistiendo al tiempo. Para celebrar estos 20 años le han dado un 'make-over' a toda la zona. Ya veremos en la próxima visita.
Los reeleccionistas: Poder vitalicio, poder limitado
Un analisis de los pros y los contras de la reeleccion ilimitada y la diferencia entre sistemas parlamentarios y sistemas presidencialistas. En este articulo aparecido en El Pais titulado 'Poder Vitalicio, poder limitado" se afirma que "Los líderes a perpetuidad pueden dañar la calidad democrática de un país - La clave, que haya siempre garantías de alternancia'. Los pueblos latinoamericanos parecen no haber entendido esta leccion de su historia. He aqui el articulo:
En una pequeña localidad de Castilla-La Mancha el alcalde, en vísperas de las elecciones, es recibido prácticamente por todo su pueblo al grito de: "¡Alcalde!, ¡Alcalde!, todos somos contingentes, ¡pero tú eres necesario!, ¡Viva el munícipe por antonomasia!". El edil, entusiasmado, saluda a izquierda y a derecha. La escena es de ficción, sí. Tanto que las elecciones en ese pueblo manchego son anuales. Se trata de la película Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda. Y es cierto que no es lo mismo hablar del alcalde manchego que del presidente de un país. Pero hay una sensación que recorre a muchas de las personas que alcanzan el poder y es sentirse que son necesarios, como el alcalde de la película. Y vuelven a presentarse a las elecciones. Una, dos, tres veces... En algunos países incluso se cambian las leyes para permitir esa perpetuidad. ¿Es bueno que una persona esté al frente de un país por un tiempo ilimitado? ¿Corre riesgo la democracia?
La experiencia que otorga estar muchos años en primera línea frente a las rutinas que se asientan; el inmovilismo que brota con la permanencia ante el ágil debate que fomenta la alternancia. La presidencia vitalicia, los mandatos prolongados tienen ventajas e inconvenientes para todos los gustos. Juan José Solozábal, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid, lo sintetiza así: "La democracia es un sistema de poder delegado; pero también limitado. Los gobernantes sólo tienen un determinado poder, en tanto gozan de la confianza de los ciudadanos. Se trata por tanto de un sistema de gobierno consentido y renovable, pero limitado. Sin duda es un poder provisional y acotado temporalmente, cuyo horizonte es temporal, no la duración eterna".
La limitación es tan subjetiva que los expertos consultados creen que tiene pros y contras. Entre los puntos negativos, Enrique Guerrero, eurodiputado socialista, asegura que los ciudadanos "tienen la capacidad de decidir la continuidad de un proyecto. No se les puede robar esa oportunidad. En España nunca se ha dado el caso de que un partido pierda las elecciones tras un mandato. Los españoles sobrentienden que un proyecto político tiene, al menos, ocho años", asegura.
El hecho de que haya dirigentes que se perpetúen en el poder, en España, Europa o América Latina, suscita una cuestión: ¿corre riesgo la democracia? En el caso de las que están asentadas, desde luego que no. Sí se pone en riesgo, sin embargo, la calidad democrática. "Un problema importante es que una persona esté en el poder sin tener una posibilidad de alternancia", opina Guerrero. Ocurrió con el PSOE en el 82, con 202 diputados, y en el 86, con 184. Fueron ocho años sin que apenas se percibiese a la oposición.
De ahí la importancia de las mayorías absolutas. No tanto por llegar a conseguirlas sino por lo que implican. Los mecanismos parlamentarios cambian. No es lo mismo que todas las leyes salgan adelante a que haya que negociarlas con otros partidos. "Sin mayoría absoluta, la democracia tiene más voces", reconoce Guerrero.
Si bien los analistas están de acuerdo en que la alternancia aviva el debate político, los representantes de los dos principales partidos de España -PSOE y PP- asumen que no es sencillo. "Incluir la limitación en una reforma constitucional es complicado. Sí sería bueno incluirlo en un pacto entre los partidos políticos", afirma Jaime García-Legaz, secretario general de FAES y diputado del Partido Popular.
Tomando ocho años como frontera entre la limitación y la perpetuidad de los mandatos, Jaime García-Legaz considera la marcha del ex presidente José María Aznar como un "buen ejemplo", ya que "se puede conseguir los objetivos que se plantean". "La limitación de poder es una garantía de seguridad democrática. Instalarse en el poder es un campo que siembra la corrupción. La alternancia de líderes propicia también la alternancia en el partido que gobierna", opina el secretario general de FAES.
Enrique Guerrero incide en que limitar el poder de los mandatarios promueve la renovación de la clase política. "Los programas de los partidos tienen una vigencia corta, relativa, de ocho años. Es bueno que haya un replanteamiento de esos programas. Todas las elecciones en las que ha habido un cambio de Gobierno coincidieron con una alta participación ciudadana. Las que han tenido una participación baja han propiciado Gobiernos de continuidad", argumenta el eurodiputado socialista.
En efecto, los comicios de 1979, 1986, 1989, 1993, 2000 y 2008 arrojan una participación media del 71,2%. La participación máxima (76,4%) se produjo en 1993, mientras que las primeras elecciones de la democracia y las que dieron paso a la alternancia (1977, 1982, 1996 y 2004) tuvieron una media de 78,3%, con la mínima de 77,3% en 2004.
La diferencia entre sistemas presidencialistas y parlamentarios es importante. En los primeros, la figura del mandatario cobra mucho más protagonismo que en los segundos, donde el papel de los partidos políticos se supone tiene que ser más relevante. Sin embargo, esta línea es cada vez más difusa.
En Estados Unidos, el modelo presidencialista por excelencia, después de que Franklin D. Roosevelt consiguiese ser reelegido por tercera vez, estableció que los presidentes sólo ocupasen su cargo dos mandatos de cuatro años cada uno. La reforma, que entró en vigor el 26 de febrero de 1951, y que se conoce como la enmienda XXII a la Constitución, aún sigue vigente. Esta decisión, opinan varios analistas consultados, creó una cultura política en la gente que aún pervive. Los ciudadanos saben que cada cuatro u ocho años puede haber cambio de presidente. Un sistema que, en cierto modo, conduce a la estabilidad, según los expertos. "La democracia más antigua del mundo, la más sana, la más abierta, tendría que ser un ejemplo", opina Jaime García-Legaz.
En América Latina también rige un sistema presidencialista en prácticamente toda la región. A pesar de que vive su mejor periodo democrático en muchos años, durante los últimos 30 no han sido pocos los gobernantes que han decidido modificar la Constitución para perpetuarse en el poder. El último intento, el de Manuel Zelaya en Honduras, ha desembocado en un golpe militar cuyas consecuencias siguen siendo impredecibles
Carlos Menem, el único presidente argentino que ha permanecido 10 años seguidos en el poder, fue el primero en conseguir una reforma de la Constitución. Le siguió Fernando Henrique Cardoso, en Brasil, quien también cambió las reglas del juego en mitad del partido, aunque con los años, y viendo los resultados que ha obtenido el país, las críticas hacia las formas han disminuido. "Una larga permanencia en el poder, so pretexto de dar continuidad a lo que de bueno haya podido hacerse por el bien general, nunca ha generado más que la formación de camarillas y facciones personalistas de un mismo partido gobernante", matiza Ibsen Martínez, escritor y periodista venezolano.
Actualmente, los casos que más llaman la atención son los de Hugo Chávez, en Venezuela, que, después de un intento, consiguió ganar el referéndum, y el de Álvaro Uribe, en Colombia, que aún sigue deshojando la margarita ante sus aspiraciones a un tercer mandato.
Como se puede comprobar, no responden a componentes ideológicos, van de izquierda a derecha. ¿Hay, sin embargo, diferencias entre unas y otras? "Toda, absolutamente toda aspiración a perpetuarse en el poder es odiosa. El argumento de ser el hombre imprescindible, esgrimido por todos los autócratas, desde Simón Bolivar hasta Fidel Castro, no admite sino rechazo", sentencia Martínez. Para el autor, sin embargo, hay una sutil diferencia entre los Gobiernos de Caracas y Bogotá: "En Colombia, a diferencia de Venezuela, las instituciones reguladoras, la opinión pública, las organizaciones de la sociedad civil, en fin, los poderes que hacen contrapeso al Ejecutivo funcionan de forma más efectiva e independiente".
Uno de los argumentos más utilizados por los mandatarios latinoamericanos a quienes se critica por querer continuar en el poder es que algunos líderes europeos, como Felipe González, en España, o Helmut Kohl, en Alemania, permanecieron largo tiempo en la cumbre política. Y nadie les criticó por ello. "El argumento obra de mala fe, porque no atiende al hecho de que, a diferencia de los regímenes parlamentaristas europeos, la mayoría de constituciones latinoamericanas son muy presidencialistas, otorgan al Ejecutivo un sinfín de poderes", insiste Martínez.
"El parlamentarismo tiene la ventaja de que los actores son los partidos, no los presidentes. Fue su propia formación quien se quitó de en medio a John Mayor y quien puede que se quite a Gordon Brown, en el caso de Inglaterra", afirma Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y director del CIS.
En España un presidente puede ser reelegido hasta que los ciudadanos quieran. Felipe González estuvo en el poder 14 años; José María Aznar, por el contrario, decidió irse al cumplir su segundo mandato. José Luis Rodríguez Zapatero aún no ha aclarado su futuro. Llama quizás la atención el largo periodo que han permanecido en el poder algunos presidentes autonómicos. Jordi Pujol estuvo 23 años al frente de la Generalitat; Manuel Chaves, 19 años presidiendo la Junta de Andalucía; Rodríguez Ibarra, 24 años en Extremadura; José Bono, 19 años en Castilla-La Mancha y Manuel Fraga, 15 en Galicia. Por no hablar de alcaldes locales, como los de la película de Cuerda.
Para Vallespín, una de las ventajas de que un político permanezca en el poder es la experiencia. "Un político con éxito es un activo para un partido. Prescindir de él es casi suicida. Los partidos, hoy por hoy, no pueden prescindir de algunos candidatos. Allí donde hay grandes resultados es muy difícil que surja gente de la misma especie. Su propia relevancia lo impide. Ocurrió con Joaquín Almunia, después de Felipe González; en Inglaterra, con John Mayor, después de Margaret Thatcher", argumenta Vallespín, quien no en vano reconoce que tampoco es una sentencia categórica, ya que "el poder hace que se asienten las rutinas. La alternancia mejora el debate interno en los partidos".
De ahí la importancia de las mayorías absolutas. No tanto por llegar a conseguirlas sino por lo que implican. Los mecanismos parlamentarios cambian. No es lo mismo que todas las leyes salgan adelante a que haya que negociarlas con otros partidos. "Sin mayoría absoluta, la democracia tiene más voces", reconoce Guerrero.
Si bien los analistas están de acuerdo en que la alternancia aviva el debate político, los representantes de los dos principales partidos de España -PSOE y PP- asumen que no es sencillo. "Incluir la limitación en una reforma constitucional es complicado. Sí sería bueno incluirlo en un pacto entre los partidos políticos", afirma Jaime García-Legaz, secretario general de FAES y diputado del Partido Popular.
Tomando ocho años como frontera entre la limitación y la perpetuidad de los mandatos, Jaime García-Legaz considera la marcha del ex presidente José María Aznar como un "buen ejemplo", ya que "se puede conseguir los objetivos que se plantean". "La limitación de poder es una garantía de seguridad democrática. Instalarse en el poder es un campo que siembra la corrupción. La alternancia de líderes propicia también la alternancia en el partido que gobierna", opina el secretario general de FAES.
Enrique Guerrero incide en que limitar el poder de los mandatarios promueve la renovación de la clase política. "Los programas de los partidos tienen una vigencia corta, relativa, de ocho años. Es bueno que haya un replanteamiento de esos programas. Todas las elecciones en las que ha habido un cambio de Gobierno coincidieron con una alta participación ciudadana. Las que han tenido una participación baja han propiciado Gobiernos de continuidad", argumenta el eurodiputado socialista.
En efecto, los comicios de 1979, 1986, 1989, 1993, 2000 y 2008 arrojan una participación media del 71,2%. La participación máxima (76,4%) se produjo en 1993, mientras que las primeras elecciones de la democracia y las que dieron paso a la alternancia (1977, 1982, 1996 y 2004) tuvieron una media de 78,3%, con la mínima de 77,3% en 2004.
La diferencia entre sistemas presidencialistas y parlamentarios es importante. En los primeros, la figura del mandatario cobra mucho más protagonismo que en los segundos, donde el papel de los partidos políticos se supone tiene que ser más relevante. Sin embargo, esta línea es cada vez más difusa.
En Estados Unidos, el modelo presidencialista por excelencia, después de que Franklin D. Roosevelt consiguiese ser reelegido por tercera vez, estableció que los presidentes sólo ocupasen su cargo dos mandatos de cuatro años cada uno. La reforma, que entró en vigor el 26 de febrero de 1951, y que se conoce como la enmienda XXII a la Constitución, aún sigue vigente. Esta decisión, opinan varios analistas consultados, creó una cultura política en la gente que aún pervive. Los ciudadanos saben que cada cuatro u ocho años puede haber cambio de presidente. Un sistema que, en cierto modo, conduce a la estabilidad, según los expertos. "La democracia más antigua del mundo, la más sana, la más abierta, tendría que ser un ejemplo", opina Jaime García-Legaz.
En América Latina también rige un sistema presidencialista en prácticamente toda la región. A pesar de que vive su mejor periodo democrático en muchos años, durante los últimos 30 no han sido pocos los gobernantes que han decidido modificar la Constitución para perpetuarse en el poder. El último intento, el de Manuel Zelaya en Honduras, ha desembocado en un golpe militar cuyas consecuencias siguen siendo impredecibles
Carlos Menem, el único presidente argentino que ha permanecido 10 años seguidos en el poder, fue el primero en conseguir una reforma de la Constitución. Le siguió Fernando Henrique Cardoso, en Brasil, quien también cambió las reglas del juego en mitad del partido, aunque con los años, y viendo los resultados que ha obtenido el país, las críticas hacia las formas han disminuido. "Una larga permanencia en el poder, so pretexto de dar continuidad a lo que de bueno haya podido hacerse por el bien general, nunca ha generado más que la formación de camarillas y facciones personalistas de un mismo partido gobernante", matiza Ibsen Martínez, escritor y periodista venezolano.
Actualmente, los casos que más llaman la atención son los de Hugo Chávez, en Venezuela, que, después de un intento, consiguió ganar el referéndum, y el de Álvaro Uribe, en Colombia, que aún sigue deshojando la margarita ante sus aspiraciones a un tercer mandato.
Como se puede comprobar, no responden a componentes ideológicos, van de izquierda a derecha. ¿Hay, sin embargo, diferencias entre unas y otras? "Toda, absolutamente toda aspiración a perpetuarse en el poder es odiosa. El argumento de ser el hombre imprescindible, esgrimido por todos los autócratas, desde Simón Bolivar hasta Fidel Castro, no admite sino rechazo", sentencia Martínez. Para el autor, sin embargo, hay una sutil diferencia entre los Gobiernos de Caracas y Bogotá: "En Colombia, a diferencia de Venezuela, las instituciones reguladoras, la opinión pública, las organizaciones de la sociedad civil, en fin, los poderes que hacen contrapeso al Ejecutivo funcionan de forma más efectiva e independiente".
Uno de los argumentos más utilizados por los mandatarios latinoamericanos a quienes se critica por querer continuar en el poder es que algunos líderes europeos, como Felipe González, en España, o Helmut Kohl, en Alemania, permanecieron largo tiempo en la cumbre política. Y nadie les criticó por ello. "El argumento obra de mala fe, porque no atiende al hecho de que, a diferencia de los regímenes parlamentaristas europeos, la mayoría de constituciones latinoamericanas son muy presidencialistas, otorgan al Ejecutivo un sinfín de poderes", insiste Martínez.
"El parlamentarismo tiene la ventaja de que los actores son los partidos, no los presidentes. Fue su propia formación quien se quitó de en medio a John Mayor y quien puede que se quite a Gordon Brown, en el caso de Inglaterra", afirma Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y director del CIS.
En España un presidente puede ser reelegido hasta que los ciudadanos quieran. Felipe González estuvo en el poder 14 años; José María Aznar, por el contrario, decidió irse al cumplir su segundo mandato. José Luis Rodríguez Zapatero aún no ha aclarado su futuro. Llama quizás la atención el largo periodo que han permanecido en el poder algunos presidentes autonómicos. Jordi Pujol estuvo 23 años al frente de la Generalitat; Manuel Chaves, 19 años presidiendo la Junta de Andalucía; Rodríguez Ibarra, 24 años en Extremadura; José Bono, 19 años en Castilla-La Mancha y Manuel Fraga, 15 en Galicia. Por no hablar de alcaldes locales, como los de la película de Cuerda.
Para Vallespín, una de las ventajas de que un político permanezca en el poder es la experiencia. "Un político con éxito es un activo para un partido. Prescindir de él es casi suicida. Los partidos, hoy por hoy, no pueden prescindir de algunos candidatos. Allí donde hay grandes resultados es muy difícil que surja gente de la misma especie. Su propia relevancia lo impide. Ocurrió con Joaquín Almunia, después de Felipe González; en Inglaterra, con John Mayor, después de Margaret Thatcher", argumenta Vallespín, quien no en vano reconoce que tampoco es una sentencia categórica, ya que "el poder hace que se asienten las rutinas. La alternancia mejora el debate interno en los partidos".
Pros y contras del gobierno vitalicio
- Ventajas. Que una persona no se perpetúe en el poder garantiza la calidad de la democracia de un país e incentiva el debate interno en los partidos. Los programas y los líderes políticos suelen tener fecha de caducidad y es bueno que se renueven. Si no, las rutinas se asientan. En los regímenes presidencialistas la figura del líder tiene mucha trascendencia y puede llegar a establecer una relación clientelar con el resto de poderes del Estado.
- Inconvenientes. La experiencia es un grado. Un líder que
ha permanecido mucho tiempo en el poder suele aportar
un carisma que es muy difícil de conseguir en otro político. Además, la sociedad tiene derecho a elegir una y otra vez a un candidato si así lo desea. No se les debe robar esa oportunidad.
NeoProgresistas: una mayoría en minoría

Debemos ser NEOPROGRESISTAS.
En las elecciones celebradas la semana pasada en la Comunidad Europea la izquierda progresista sufrió un revéz en muchos países. Parece que siempre que enfrentamos una crisis, mucha gente se asusta y sale corriendo a los brazos abiertos de la derecha. Aqui en los EEUU pasó con Bush, pero la gente reaccionó con Obama. En Europa pasó lo contrario: la izquierda perdió terreno en todos lados.
La derecha ha logrado, a travéz de los años, posicionarse como el paladin de la seguridad y la providad económica. Nada mas lejos de la realidad, afirma un artículo publicado en España que habla de una mayoría progresista que se empeña en ser minoria porque no asume plenamente los retos del movimiento progresista.
El artículo comienza tajantemente: "La mayoría de los ciudadanos, en España y en casi todo el mundo, prefiere las políticas progresistas, pero no se moviliza en su defensa. Según el último European Election Survey, un 58% de los europeos se autodefine de centro izquierda, pero en las elecciones del pasado 7-J los partidos conservadores han obtenido un 15% más de escaños que los socialdemócratas. ¿Cómo explicarlo?"
Los mayores logros de la sociedad moderna se han dado gracias al pensamiento progresista, pero de alguna manera no sabemos defender nuestro legado y mantenernos a la cabeza del progreso mundial. Aunque la mayoría de la población apoya las ideas progresistas, en tiempo de crisis todo el mundo pierde la cabeza y corre a refugiarse en la derecha, el bando eterno del 'no'.
Los progresistas debemos defender, continua el artículo, "la herencia de los pensadores de la Ilustración y de políticos progresistas egregios como Lincoln, Roosevelt, King, González, Brandt, Allende o tantos otros."
Que pasa neoprogresistas del mundo?
Se hace un llamado: "Obama, Zapatero, Sócrates, Brown, Rudd, Bachelet, Lula y sus pocos colegas progresistas aún en el poder han de contarnos su relato con claridad: protección y capacitación para la igualdad y para una verdadera libertad. También para la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible. Y deben hacerlo con determinación ante cada reto."
Lea todo el artículo aqui
ULTIMAS NOTICIAS DE INTERES
* El Concilio de Washington D.C votó 12-0 para reconocer los matrimonios del mismo genero sexual llevados acabo en otros estados.
* Por fin el estado de Nueva York ha modificado substancialmente las llamadas " Rockefeller Laws" que han hecho tanto daño a la población hispana y negra. Ahora se hará incapié en el tratamiento de la adicción y no la carcel.
* Las fuerzas del oscurantismo no cesan de trabajar en Afganistan. El presidente Karzai aseguró que revisará la llamada 'Rape Law' que basicamente legaliza la violación dentro del matrimonio y retrocede en cuanto a los derechos de las mujeres, ya consagrados en la Constitución Afgana. Pero el ya había firmado la ley! Y no la leyo primero? Las elecciones vienen pronto....asi que votos son votos, Mr. Karzai.....? Este tipo de leyes son inaceptables desde cualquier punto de vista. Occidente ha dado mucho dinero y mucha sangre para ayudar a instaurar un estado moderno en esos lares. Qué tristeza que una sociedad machista como la afgana se empeñe en mantener a las mujeres denigradas y como propiedad del hombre.
* Ha muerto el primer presidente democraticamente electo de Argentina, Raúl Alfonsín. Con su muerte se habla de un resurgimiento del Partido Radical, debilitado en los últimos años.
* El expresidente de Perú, Alberto Fujimori, ha sido condenado a 25 años de cárcel por violación de derechos humanos. Que presten atención otros dictadores, Chávez entre ellos. También les llegará su sábado.
* Aunque Obama se niega a levantar definitivamente el embargo a Cuba, la eliminación de la prohibición de viaje y remesas son pasos firmes para franquear las divisiones entre los dos paises. La visita de congresistas demócratas a la isla esta semana es otro signo que podría generar más apertura.
* Hillary Clinton llamó 'Infantil' a Chávez, afirmando que los EEUU no caerá en tales juegos. Infantil es un término bastante suave cuando se habla de un dictador que cada día saca más y más sus instintos criminales en contra de su pueblo.
* La gira de Obama a Europa fue largamente positiva. El mensaje: somos socios y debemos actuar como tales. El respeto y la apertura a otras culturas es esencial, sobre todo la reconciliación con el Islam, la lucha contra los enemigos, común y coordinada. Lo que no escuche mucho fue la necesidad del mundo Islámico de reciprocar en los mismos términos. Por eso la visita a Turquía me parece central en este viaje: Un estado moderno y democrático en el mundo islámico es lo que Turquía ofrece. Y es el ejemplo a seguir en esa parte del mundo.
* El terrible seismo que sacudió a Italia ha producido más de 200 muertes y destrozos sin número en una zona llena de historia. La región afectada, L'Aquila, al norte de Roma, de por sí sísmica, parece que no implementaba las regulaciones pertinentes en la construcción.
* Corea del Norte tiene sus prioridades bien claras: gastar lo poco que tiene en poder atómico. Parece que ni eso han podido lograr esta semana, trás otro fallido intento de lanzar un misil, según ellos, con un satélite a bordo. Y sus ciudadanos? Bien gracias, en estado de subsistencia.